¿Alguien recuerda en Sevilla un Martes Santo más triste que este? Todos los ingredientes necesarios para amasarlo se juntaron: lluvia, lágrimas, salidas frustradas, falsas esperanzas, amagos y, como colofón, la imagen menos deseada: un paso corriendo bajo la lluvia y chorreando agua.
Las predicciones no hacían presagiar nada bueno y así fue. El día transcurría conforme al guión que marca el agua cada vez que aparece en Semana Santa.
El Cerro, la primera y de más largo recorrido, esperó apenas tres cuartos de hora para decir que no salía. Le siguieron, entre 15.30 y 16, San Esteban, que tardó algo, y los Estudiantes, que no dudó ni un momento.
A partir de entonces, un optimismo fruto de las ganas empezó a extenderse por el lado cofradiero de la ciudad. Emisoras de televisión y radio, corrillos de iglesia y de bar hablaban de una mejoría del tiempo a partir de las cinco o cinco y media de la tarde… El mensaje se repetiría hasta la noche cambiando únicamente las horas a partir de las cuales el cielo abriría. Además, en algún momento salió el sol y todo.
Los Javieres decidió poner su cofradía en la calle. En un alarde de torpeza de la junta de gobierno, con la hermana mayor Maruja Vilches al frente, dio pelos y señales del cabildo de oficiales: La votación había quedado empatada y decidía el voto de calidad de Vilches, favorable a la salida. Así lo comunicó a los hermanos hablando de “acto de fe”.
Cruz de guía de los Javieres antes de decidir no salir. Foto: Juan Alberto García Acevedo. artesacro.org |
La insensatez no se consumó porque, a las cinco, con Omniun Sanctorum abierta y la cruz de guía dispuesta para salir, comenzó a llover y dieron marcha atrás.
Ese chaparrón pareció acabar con el optimismo.
San Benito, que debía salir a las 16.30, renunció definitivamente poco antes de las seis, después de un primer aplazamiento y tras valorar que no tenían certeza de buen tiempo y que, de producirse finalmente ese claro que no llegaría nunca, no podrían cumplir con sus horarios.
Como es lógico, las noticias llegaban a las sedes de las tres cofradías que quedaban, cada una con su historia particular.
Un miembro de junta de la Candelaria aseguraba en Canal Sur Radio que si algo tenía claro era que la decisión sería “por unanimidad”. En Santa Cruz seguramente estaría pesando el aún cercano recuerdo del 2007, cuando un parte favorable condenó a la cofradía a sufrir un tremendo chaparrón a la hora y media de salir. Y en San Lorenzo…
Consumadas las renuncias de estas dos, todas las miradas apuntaban al Dulce Nombre recordando el Martes Santo de 2003 en que fue la única que llegó a la Campana. Nadie mencionaba el 2007 en que salió y tuvo que volverse con la cofradía entera en la calle culminando un Martes desastroso.
Y esto último pasó. A vueltas con la mejoría del tiempo y los pronósticos de cielo abierto hasta las 4 de la madrugada, la junta decidió salir a la calle, desoyendo voces que alertaban del aguacero que estaba descargando sobre el Aljarafe.
El pasocristo no llegó a Jesús del Gran Poder y se volvió corriendo de espaldas y con los nazarenos desperdigados por la collación. Al palio, afortunadamente, no le dio tiempo a salir.
El triste protagonismo se trasladó de la calle Feria a San Lorenzo, convirtiendo en sabia la rectificación de los Javieres y dejando a los pies de los caballos a un comisionado, Manuel Toledo, que vive sus peores momentos.
Me gustaría saber si el alarde de torpeza se debe al intento de poner la cofradía en la calle o que la misma tiene a la cabeza a una mujer.
ResponderEliminarEn Sevilla no llueve a gusto de nadie y menos cuando un acontecimiento folklórico como la Semana Santa está de por medio.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAnte el mismo comportamiento, la crónica habría sido exactamente igual si al frente de la hermandad hubiera estado cualquier persona de cualquier condición sexual. Gracias por participar Martha. Un saludo.
ResponderEliminar(En el comentario eliminado se me olvidaba darte las gracias por participar)
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