El Lunes Santo de 2011 estuvo marcado por la intranquilidad. Ni siquiera la forma en que se hacen los pronósticos meteorológicos –cercanos a la exactitud– permiten evitar sofocones como el que a buen seguro se llevaron en esta jornada los hermanos del Polígono de San Pablo.
No hubo mucho margen para la especulación. Poco después de las 11.30, hora prevista para la salida, Manuel Márquez, hermano mayor, anunciaba que la cofradía no saldría a la calle.
Tanto en ese momento como en intervenciones posteriores en radios locales, Márquez dijo que las previsiones hablaban de riesgo de agua hasta al menos las seis de la tarde y que era eso y no otra cosa lo que les llevó a suspender la estación de penitencia.
Sin embargo, ¿alguien podría asegurar que lo ocurrido el año pasado no influyó en la decisión? Hay que recordar que con un pronóstico similar, la cofradía se echó a la calle y le sorprendió un tremendo aguacero en Luis Montoto, tuvieron que forzar la marcha hasta refugiarse en el Salvador y soportar otro chaparrón, pero de críticas.
A juicio del cronista, es imposible separar lo ocurrido el año pasado de la solución adoptada para este.
El siguiente punto de interés estaba en el Tiro de Línea. Otra cofradía de largo recorrido y otra decisión complicada.
Tras un primer aplazamiento de media hora, la cofradía de Santa Genoveva decidió salir a la calle y lo hizo con casi una hora de retraso. El hermano mayor, Javier Bonilla, alertó a sus nazarenos de la posibilidad de lluvia, pero hizo hincapié en que siempre sería leve y que caso de darse, debían reaccionar con tranquilidad.
El Cautivo del Tiro de Línea entrando en el parque bajo un cielo panza de burro. Fotografía de Max Power (@maxsakafotos) |
Para recuperar tiempo, la cofradía modificó el itinerario de ida y, en vez de hacer el habitual recorrido por el Arenal, tiro por la Avenida aprovechando el vacío que dejó el Cautivo y Rescatado y desde allí entró en la Plaza Nueva para seguir por Tetuán.
El resto del día no volvió a registrar circunstancias parecidas. Eso sí, con el transcurso de las horas se asentó la idea de que no llovería y, en caso de hacerlo, no estropearía el día, ya que en ese sentido se pronunciaban los partes que se iban sucediendo.
El cielo encapotado de la mañana dio paso a una tarde de locos en la que salió el sol, hizo calor por momentos e incluso llovió dos veces, a eso de las seis y cuarto y dos horas y media después. Eso sí, fueron sólo gotas sueltas que, por avisadas, no alteraron los pulsos.
Las cofradías hicieron sus recorridos con la celeridad propia del recelo por el tiempo, de manera que apenas se acumularon retrasos. Hubo momentos magníficos, como San Gonzalo por el Arenal, la llegada de Santa Marta al Duque con la luz del atardecer de este abril tardío, la misma que adornó a la Vera Cruz en su camino de ida…
O cosas como el exorno floral de jacintos en Santa Marta, el nuevo dorado del paso del Cautivo, otra cofradía por las Setas convertidas en grada, no mucha gente en las calles, sillas de chino por todos lados y carritos de niño por algunos más…
Pero todo dentro de un día que no lució como a los cofrades les/nos gusta por culpa del tiempo malaje y porque siempre hubo tiempo para recordar a la cofradía que se había quedado en su casa.
Y que los homenajes sean de ese tipo deja un regusto desagradable para el resto del día.
Y el Martes Santo se presenta por el estilo (por incierto) o peor (más riesgo)...
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