miércoles, 31 de octubre de 2012

Palacio acepta la dimisión de Adolfo Arenas

Carlos Bourrelier, nuevo presidente del Consejo de Cofradías

Transcribimos íntegramente el comunicado emitido esta mañana por la oficina de prensa de la Archidiócesis de Sevilla, del que se desprende la aceptación de la dimisión del ya ex-presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Adolfo Arenas.


Adolfo Arenas
Carlos Bourrelier
"El pasado 29 de octubre, D. Adolfo Arenas Castillo comunicó por escrito al Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías su decisión de presentar su “irrevocable dimisión” al cargo de Presidente de la Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla. En consecuencia, y en virtud de lo establecido en el Art. 41,d. de los vigentes Estatutos de dicho Consejo General, corresponde al actual Vicepresidente, D. Carlos Bourrellier Pérez, asumir las competencias que los mismos confieren al Presidente en el gobierno del Consejo General. Desde esta Archidiócesis se exhorta a todos los miembros del Consejo General a que pongan todo su empeño en el cumplimiento de los fines que tiene encomendada esta institución de la Iglesia en Sevilla".

domingo, 28 de octubre de 2012

¿Cócteles de cerveza?

En la muy cervecera ciudad de Sevilla se encuentra pasando unos días el inventor de los cócteles de cerveza, el barman profesional dominicano Eddy Almonte.
Eddy lleva toda su vida en el mundo de la hostelería y ha sido siempre un apasionado de la coctelería. Tras iniciarse en su país en la escuela A&B Masters, llegó a España hace cinco años para trabajar en el grupo Vips primero y en el Gran Hotel Lakua de Vitoria inmediatamente después. Era maître, pero siempre intentó popularizar los cócteles. Desde hace dos años lo hace en su bar del Festival de las Naciones, que estará hasta el próximo domingo en el Prado de San Sebastián.

Eddy, en su bar del Festival de las Naciones
Eddy, en su bar del Festival de las Naciones.
-La  cerveza no es nada habitual en los cócteles.
-Es un atrevimiento. Cuando comencé me llamaban rosca izquierda porque siempre intentaba cambiarlo todo. Decían “esto es así y no se puede tocar”, pues yo lo cambio. Pruébalo. ¿Que está rico? Pues no digas que no se puede cambiar. Puedes atreverte pero eso sí, hay que tener conocimiento de lo que haces.
-¿Cómo te dio por este cambio?
-Hace unos años, en República Dominicana, Juan Febles y Juan Santana, autores de El Universo del bar, me dijeron que me atreviera a hacer algo diferente en el mundo de la coctelería, que siguiera cambiando cosas, pero que fuera más. Probé a hacer cócteles de cerveza y saqué 30 distintos. Éste es fácil de hacer en casa.
-¿Qué aporta la cerveza a un combinado?
-Aparte del amargor del lúpulo y la cebada, el carbónico es importante. Además, no usas tanto alcohol y una de las tendencias de la coctelería hoy en día es esa, bajar el empleo de alcohol para que te puedas volver tranquilamente conduciendo a casa.
-Sí, porque cóctel se asocia a alcohol…
-Hay cócteles muy fuertes, pero hay también una gran variedad que no llevan. Tendemos a creer erróneamente que es bebida en la que aparece el alcohol, pero cóctel es el resultado de la mezcla dos o más ingredientes con o sin alcohol.
-¿Es mejor un coctel de cerveza que uno tradicional?
-Es un asunto de gusto. Hay quien no te cambia un martini o un gin tonic clásico por un cóctel afrutado con cerveza y hay quien quiere probar algo diferente. Yo creo que nosotros debemos prepararnos para todos los gustos.
-Sevilla es cervecera y su cerveza, la Cruzcampo. ¿Cómo combina con los cócteles?
-Yo no la tocaría. Mantendría la autenticidad de la Cruzcampo para disfrutarla tal cual. Para mezclar resulta mejor una de menos cuerpo y amargor, menos refrescante para poder jugar así con la fruta y el azúcar. Por ejemplo, la Heineken es muy idónea, estupenda para los cócteles.

jueves, 25 de octubre de 2012

35 años subido en una tabla


Los niños que ahora tengan en torno a 45 años recordarán que a mediados de los años 70 del siglo pasado se pusieron de moda unas tablas con ruedas en las que era divertido ir de un lado para otro y tremendamente fácil pegarse un costalazo.
Las populares y plastiqueras Sancheski se llevaban la palma y convivían en los patios de colegio con otras de más alta alcurnia, de madera, grandes y anchas ruedas…
Pues en esa época, Diego, nuestro protagonista, se subió a una tabla y aún sigue ahí.
Si alguno de ustedes tiene ocasión de pasear por el centro a primera hora de la tarde, acérquese hasta la fachada principal de San Telmo. En la explanada podrá ver a Diego mostrando sus habilidades.
“Vengo aquí todos los días, mi vida es esto. Amanezco a eso de las cinco de la mañana porque trabajo en Lipasam. Cuando acaba la faena me voy a casa, me preparo la comida –es que estoy separado y vivo solo, ¿sabes?– y luego me vengo aquí a practicar”.
A sus 45 años se le ve contento y feliz con su actividad y con el sitio donde la realiza: “Vivo en Triana y he ido a muchos sitios donde se está bien, pero desde que arreglaron esto…”
Sin embargo, no quiere ni oír hablar del skate park porque entiende que las instalaciones no son adecuadas. “En Málaga hay uno estupendo, cerrado y cuidado. Este es un desastre, está siempre lleno de arenilla y es muy fácil caerse. Yo me caí una vez allí y no creo que vuelva. Zoido me conoce y me dijo una vez, antes de las elecciones, que quería hablar conmigo para ver qué se podía hacer, pero todavía lo estoy esperando…”
Diego no sólo practica el skateboard sino que también da clases y fabrica tablas.
Tiene 4 alumnos, tres niños de corta edad y otro más ¡de 40 años!
“Yo tengo más de 40 tablas y una clientela fija que me compra habitualmente. Además, hay gente que me llama para preguntarme. La más especial es una de 2 metros de larga como las que se ven en las playas, con remo, pero para el asfalto”.
La de 27 pulgadas como la de la foto están entre 175 y 200 euros, aunque también las hay más caras. Las de 2 metros, a 500.
Y sí, también la crisis existe aquí…

jueves, 11 de octubre de 2012

Berenice reedita ‘El Arte de escribir sin arte’, de Felipe Alaiz

Ensayo de los años 30 de crítica literaria, fina intuición y puesta en cuestión de autores como Azorín, Espronceda, Benavente…

El arte de escribir sin arte, es el nuevo ensayo que acaba de publicar Berenice (Grupo Almuzara), obra de Felipe Alaiz, y prologado por Javier Cercas quien dice de él que “perdido en la oscuridad sin remedio de la historia del anarquismo, su nombre es el de uno de los escritores más relevantes del movimiento libertario, también el de un periodista que en las dos épocas radiantes que precedieron al estallido de la guerra civil, gozó del favor de numerosos lectores”.
Esta obra pretende reunir lo mejor de la particular tarea de crítico literario del primer escritor anarquista español, y ofrece una selección, realizada por Juan Bonilla, de los más llamativos de sus Tipos españoles, una reunión de retratos literarios de grandes y olvidados nombres de la literatura española. Alaiz mezcla, con su prosa rara y potente, tanto finas intuiciones críticas como tremendos guantazos a Espronceda, Bécquer, Campoamor, Azorín, Valle Inclán, el Nobel Benavente o García Lorca y sólo parece salvar de la quema al gran Pío Baroja.
Publicado en los años treinta, El arte de escribir sin arte plasma una idea de literatura de escritura y de lectura alejada de usos burgueses que sólo cuidan sus intereses. Por tanto, rechaza los preciosismos que suelen enmascarar la intención de no decir la verdad. “No es el hombre quien ha de hablar como un libro abierto sino el libro abierto quien debe hablar como un hombre”, nos dice Alaiz emparentándose a una tradición mairenesca que hoy resuena en Agustín García Calvo o Rafael Sánchez Ferlosio. En el prólogo, Javier Cercás le da la razón a Alaiz: "En lo fundamental es exacta su concepción del estilo... no olvida que lo que suena a literatura no es nunca literatura... porque el estilo verdadero linda casi siempre con la ausencia de estilo".
Según comenta Juan Bonilla en su epílogo, para Alaiz “Benavente no era más que el pico de una montaña que había que escalar, y que una vez escalada, había que burlarse de ella, de lo baja que era. Gabriel Miró, una laguna que había que cruzar a nado, y que una vez cruzada había que restarle todo mérito y discutir su profundidad. Azorín era una llanura desértica por la que había que correr a toda velocidad para que la arena no le abrasara los pies, y una vez puesto a salvo sobre el oasis del papel en blanco donde verter sus opiniones, estás no podían ser más que violentas".
Bonilla afirma que “no hace falta ser lector de ninguno de los tipos que protagonizan estos textos, para disfrutar con la inteligencia, perspicacia, violencia y dichosa superficialidad de este prosista raro y potente que fue Felipe Alaiz".

viernes, 5 de octubre de 2012

Historias de la crisis (II): Pequeños Suizos, no chinos

Poco antes de que entrara el otoño en que nos encontramos cerró sus puertas la zapatería Los Pequeños Suizos, negocio que abrió tienda en Sevilla en los años 60 del pasado siglo y que era un referente de producto de alta calidad.
Imagen de la fachada del negocio en la época
en que estaba liquidando existencias
Y precisamente ese afán por tratar de seguir su línea y no reconvertirse es el que les ha llevado a clausurar el negocio en nuestra ciudad.
Según comentó a Sevilla Post José Luis Gómez, gerente de Los Pequeños Suizos, “no hay intención de reconvertir la empresa, de reorientarla. Teniendo en cuenta las tendencias podíamos traer de China un calzado más asequible, pero si el diseño puede ser igual la calidad seguro que no.  Nos negamos a engañar a nuestro publico”.
Resulta paradójico que el empeño por mantener la calidad lleve a cerrar un negocio, pero el siguiente argumento resulta demoledor: “Es la época del zapato basura. No hace mucho una persona me dijo que si probaba un zapato y le duraba más de un año no le volvía a comprar al fabricante”.
Los Pequeños Suizos ha estado en nuestra ciudad más de 40 años. En un principio se ubicaron en la calle Tetuán, pasaron después a Rioja y, por último, a Sierpes.
También tenían establecimientos en Oviedo, con más de 70 años, y en Madrid desde 1903. El primero tenían previsto cerrarlo y el segundo no, pero de momento los dos siguen abiertos: “Esperaremos algo más a ver si aguantamos el chaparrón”.
La crisis está afectando a todas las líneas de producción de calzado, ya que, según cuenta José Luis Gómez, fabricantes importantes están cerrando y grandes firmas como Barrats o Lotusse ni siquiera han ido a renombradas ferias como Madrid o Dusseldorff.
“Es un problema a nivel pieles, fabricantes, diseñadores… Muchas de las fábricas de Villena han desaparecido y es que, claro, si vendes menos pides menos y se fabrica menos. Sustituir a un fabricante que tú habitualmente vendes es difícil porque el cliente está acostumbrado a unas firmas que han desaparecido. Para rematar, las marcas importantes que venden a todas las tiendas de España han montado sus propias tiendas y es difícil competir con ellos con sólo cinco pares de su marca cuando tenemos 50 marcas más”.
Los Pequeños Suizos tenía a 3 empleados en Sevilla y ocupaba un edificio propio en el número 47 de la calle Sierpes, que ha sido alquilado completo a una marca de cosmética.
“Fuimos los primeros en traer el pret a porter con numeraciones a España, algo extraño por aquel entonces que todo era a medida. Ahora ése es considerado mercado de lujo pero no está teniendo problemas”.