miércoles, 23 de marzo de 2011

Así que pasen dos meses...

... a esta hora el nuevo alcalde in pectore de Sevilla estará viviendo su primer día como tal, así que va siendo hora de que nos vayamos metiendo en harina electoral. Y faltando este tiempo, hay cosas que se tienen muy claras y que poco pueden variar hasta entonces… pero es que un pequeño matiz puede cambiarlo todo.

A Juan Espadas no le va tan bien como desearían él y su partido. El nivel de conocimiento que tiene entre la población no acaba de subir y tanta es la preocupación que incluso ha tenido que descender a acudir a los debates sectoriales televisados para aprovechar esa gran arma que es la pequeña pantalla.
Por otra parte, las encuestas siguen sin dar los ansiados 17 concejales a la suma IU+PSOE y en el partido del capullo hay preocupación. Más teniendo en cuenta que la situación general es mala (ha habido un cambio de estrategia de comunicación, retrayéndola, por ejemplo, en las redes sociales) y al desgaste del partido a nivel nacional por la crisis y la imagen de pánfilo de Zapatero se ha venido a sumar el asunto de los ERE, un escandalazo surgido en Sevilla de los que la gente no perdona y al que no dejan de añadirse páginas a diario.
Miren ustedes por donde, Monteserirín no repitió de candidato porque restaba a la marca PSOE, pero ahora, en esta situación ¿realmente la marca es tan buena como siempre?
Por último, la lista del candidato socialista hizo correr ríos de tinta… ¿Y…? ¿Qué rentabilidad tiene finalmente, aparte de una valoración en los medios que a los dos días nadie recuerda? ¿Ha agregado muchos votos? ¿Ha elevado su nivel de conocimiento? ¿Tan fundamentales son esos presuntos independientes? (una cosa es ser independiente y otra no tener carné ¿De Pablo independiente?)
Zoido, mientras tanto, sigue a lo suyo. Se sabe ganador, pero es consciente de que la confianza es mala. Por eso su campaña, además de las propuestas/promesas habituales en este tiempo, ha tenido mucho protagonismo en los barrios del este de la ciudad, lugares que conoce bien después de haberlos visitado a menudo en los últimos años y donde se puede cocer buena parte del futuro municipal de Sevilla.
En el plano de la confrontación dos son sus movimientos para un único objetivo.
Primero, no dejar en ningún momento de remover el asunto de presunta corrupción que salpica ahora al PSOE. Así los ERE presuntamente fraudulentos y las distintas vertientes del caso Mercasevilla (urbanismo bajo sospecha e inicio de los ERE) no dejan de tener acomodo en su agenda tanto como portavoz del PP en el Ayuntamiento como en su calidad de parlamentario andaluz.
Segundo, seguir castigando la imagen del candidato de IU (Torrijos ayuda bastante) y unir esto a la idea “votar PSOE”=“votar IU”, aunque para ello tenga que tirar de cinismo político.
El objetivo, dar donde más le duele al votante del PSOE para que el desencanto que ya acumula no decaiga, decida quedarse en casa a la hora de votar y pueda subir el porcentaje del PP. Y es que tanto la corrupción en el partido como la idea, para muchos votantes socialistas casi nauseabunda, de seguir de la mano de IU sirven, según la estrategia del PP, para provocar una actitud pasiva en el votante socialista que se ha puesto de manifiesto en más de una cita electoral.
¿Y Torrijos? Pues se separa (poquito) del PSOE porque hay que disimular, arenga a sus masas con el discurso de “leña a la derecha”, de vez en cuando insulta a periodistas y reza (es un decir) por los 14 concejales de Espadas. Todo un ejemplo, sí señor.

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