miércoles, 4 de abril de 2012

Martes Santo: Quien evita la ocasión…


Cielo entoldado del Martes Santo.
           No se cumplieron las expectativas más halagüeñas y el Martes Santo de 2012 fue un rosario de suspensiones, desde el Cerro del Águila al principio de la jornada hasta el Dulce Nombre pasadas las ocho de la tarde, de tal suerte que ayer fue, por primera vez en la Historia de la Semana Santa de Sevilla, el segundo Martes Santo consecutivo sin cofradías en la calle.
Por supuesto que hubo las habituales solicitudes de prórrogas y aplazamientos, aunque no todas lo hicieron y sólo una, San Benito, se fue algo más allá de la media hora, esto es, siempre márgenes razonables.
El caso es que conforme avanzaba la tarde y con las cuatro primeras cofradías del día habiendo confirmado la suspensión de su estación de penitencia, en la calle se empezó a palpar cierto disgusto motivado por una posible precipitación.
En el mientras tanto, San Benito se sumó a las suspensiones y los Estudiantes llevó sus pasos desde el Rectorado a la capilla.
Descomunales truenos dispersaron las dudas a eso de las seis y cuarto y la tromba de agua que les siguió las hizo desaparecer por completo.
En ese momento y en circunstancias normales, las cofradías del Cerro y Los Javieres deberían estar al completo en la carrera oficial; San Esteban entrando en la Campana; los Estudiantes entre Tetuán, la Plaza Nueva y el Arenal; San Benito por el Muro de los Navarros y Santiago, y la Candelaria saliendo.
Cola en la Universidad para visitar los pasos de los Estudiantes.
La consecuencia inmediata fue que desde San Nicolás de Bari se informó de que la cofradía no saldría. Sólo quedaban las posibilidades del Dulce Nombre y Santa Cruz, aunque en realidad nadie era ya optimista, a esas alturas y con la que estaba cayendo...
Santa Cruz no esperó ni a que llegara la hora de su salida para anunciar la suspensión y el Dulce Nombre se demoró sólo unos minutos.
Mientras todo esto pasaba, el público de Sevilla arropaba con su presencia a las cofradías y se formaban largas colas para visitar los pasos en sus templos, donde se percibía entre los hermanos una mezcla entre alivio por haber pasado todo y sinsabor por el anhelo no cumplido, eso sí, leve porque en realidad prácticamente todos acudieron a su cita sabiendo que sería difícil culminarla.
Cuando cayó el último chaparrón, cerca de las diez de la noche, en el ánimo pesaban más los buenos augurios para el Miércoles que lo vivido en las horas previas.
Numeroso público ante el paso de la Candelaria.
Así discurrió este segundo Martes Santo consecutivo sin cofradías. Influidas o no por los sucesos del Lunes Santo, el caso es que éstas dieron una lección de cordura, especialmente las más tempranas por tomar la decisión cuando las calles de Sevilla aún estaban secas.
Evitaron la ocasión, evitaron el peligro y, además, el agua les confirmó una razón que ya tenían antes de que cayera.

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