Este modesto medio de comunicación ha sostenido
desde el principio que el verdadero interés de los comicios celebrados ayer era
qué iba a pasar en Andalucía, dado que todo lo demás parecía claro.
En nuestra región el PP ganó al PSOE por nueve puntos de diferencia consiguiendo unos resultados por provincia que, según extrapolaciones
que ya se han hecho y difundido, le dan la mayoría absoluta.
De esta forma, los cuatro meses que quedan de
legislatura en Andalucía se presentan con un gobierno en situación de
interinidad y, lo que es más grave, deslegitimado por unos resultados
electorales.
A los políticos se les llena la boca hablando de la
soberanía del pueblo y de lo que las urnas dicen. Pues ayer quedó claro. ¿Qué
la convocatoria de ayer no era autonómica? Cierto, pero ¿tiene menos valor por
eso lo que pasó en Andalucía? No queremos ser tremendistas, pero en España unas
elecciones municipales provocaron el exilio de un rey…
Por otra parte, ¿con qué ánimo van a gestionar los
miembros del gobierno Griñán lo que queda de legislatura? Y, lo que es más
importante, ¿qué autoridad tienen ante sus interlocutores, sean sindicatos,
empresarios, gobernantes de otras comunidades o países, alcaldes…?
Suponemos que el presidente de Andalucía estará
pensando en cuál es la fecha que más se adapta a sus intereses, que es lo que
hacen todos ejerciendo el sectarismo político habitual, pero la verdad es que,
a primera vista, ninguna parece venirle bien.
A partir de ahora y hasta marzo habrá una larga
resaca electoral que incluirá la salida del gobierno Zapatero con las correspondientes
exhibiciones de pufos y mensajes catastrofistas sobre la herencia recibida,
algo que el PP borda. También están en el horizonte los ERES y la jueza Alaya.
Y, para rematar la faena, el congreso federal del PSOE en febrero, donde
volarán las bombas de un lado a otro sin ningún tipo de miramiento.
Claro que también puede pasar que Rajoy empiece con
sus recortes y a eso se le pueda sacar rendimiento político, porque de las
alcaldías del PP parece complicado dado que no se mueven para no pringarse.
Griñán debería olvidarse de todo esto y convocar elecciones
ya mismo. Por una cuestión de salud democrática, por hacerle un favor a su
propio partido (los navajazos mientras antes empiecen antes acaban) y sobre
todo, por evitar que en Andalucía esté en el mando un gobierno deslegitimado
por las urnas.
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