Las poco claras condiciones, la falta de
confianza en las ventas y la previsión de lluvia harán que muchos bares del
centro no abran en la fase 1
La fase 1 de la desescalada se
inicia el lunes, día 11 de mayo, y trae aparejada la muy deseada posibilidad de
reapertura de bares y restaurantes, aunque las condiciones a que deben
someterse los establecimientos (por ejemplo, sólo se podrá servir en las
terrazas y al 50%) harán que muchos de los del centro de la ciudad opten por no
abrir sus puertas.
Fachada del bar El Atún, a escasas horas de la entrada en la fase 1 |
Responsables consultados por
Sevilla Post no han dudado en hablar de "miedo" ante el más que incierto futuro, la situación menos deseada para asumir el riesgo de volver a
la actividad. En general, los negocios con amplias terrazas se muestran más decididos a la hora de reemprender
el camino, aunque la incertidumbre pesa. Así, es previsible que la
Alameda de Hércules haya ambiente, ya que la amplitud de superficie para poner
sillas y mesas minimiza algo la restricción del 50%, pero...
Jesús, responsable del kiosco Los Leones, volvió hace una semana para ofrecer comida para
recoger y recuperará mañana, lunes, la parte de su terraza que le dejan. “De
todas formas, hay demasiados condicionantes, mucha incertidumbre, un fuerte incremento del precio por cliente... Y sí miedo. Mi idea es abrir, pero tengo
que ver qué pasa con la lluvia. Y no puedes evitar pensar en el futuro. ¿Quién te asegura que todo volverá a ser como antes?”
En parecidos términos se
manifiestan Francisco, de Las Columnas, y Nacho, de Al Solito Posto. Ambos han
estado vendiendo para recoger y a domicilio y aseguran que la ampliación del espacio de las terrazas sería fundamental, más si, como aventura el primero,
“cuando nos dejen abrir dentro la gente se lo va a pensar, porque tendrá un miedo
que fuera se diluye”.
No se espera, sin embargo, mucho
movimiento en las cercanías de la Plaza Nueva.
Los negocios de las calles
Albareda, General Polavieja y Almirante Bonifaz, a pesar de tener terrazas, no
se han manifestado por la labor. Así, El portón, Don Carlos, Góngora, La Viuda
o Barbiana, por ejemplo, no tienen previsto abrir. Carlos López Rolán, gerente
de los dos primeros, no se corta al decir que “no hay gente en la calle porque
hay miedo. Nosotros, además de eso, estamos caninos…”. En el otro lado (de la
calle General Polavieja y de la idea) está El Paseíllo, un negocio que abrió semanas
antes de que estallara todo el problema. Jesús, el joven empresario que lo
regenta, informa de que han tenido abierto tanto para servir a domicilio como
para recoger –“este ha funcionado mejor” – y, a pesar de todo, abrirá con la
terraza al 50%. “Me ha pillado con el bar recién reformado (antes había otro,
Casa Mestre) y en mis previsiones estaba amortizar la inversión en seis meses,
pero ahora se irá más allá. Ojalá sea sólo un año…”
Kiosco Los Leones. |
En el otro lado de la Plaza
Nueva, las habitualmente concurridas calles Barcelona, Joaquín Guichot y Gamazo
tampoco contribuirán a animar el cotarro. Tal vez dos establecimientos de la
primera que ya han trabajado con el reparto a domicilio y la recogida (Boca a
Boca y La Pará) incorporen sus terrazas, pero poco más. Nombres como El Atún,
Cervecería Internacional, Casa Moreno, La Barandilla o la Taberna ni están ni,
de momento, se les espera, siendo el denominador común el escaso espacio para
la terraza.
Juan José, dueño de El Atún,
explica que “si tengo cuatro mesas fuera y me tengo que quedar con dos, ya me
dirás que negocio hago…”. Reflexiona que “el año est
En cuanto a otras zonas, el Donald, en los alrededores del Hotel Colón, lleva ya días sirviendo en ventanilla y sí abrirá su terraza, mientras que por la Encarnación y sus cercanías se ha apuntado seguro el bar Santa Marta, en la calle Angostillo y hay muchas dudas en los locales de las Setas. La Alfalfa verá abrir de nuevo a La Escaloná.
ERTEs y Semana Santa
Dos lamentos comunes en todos los
hosteleros mencionados: las no ganancias de la Semana Santa y la Feria y la
gestión de los ERTEs.
La primera es lógica y afecta a
todos por igual. Sin fiestas se pierde un volumen de negocio fundamental para
cuadrar el presupuesto, en torno al 30% del total anual.
Pizarra del bar Donald |
La segunda presenta varios
problemas, alguno de ellos aún no solucionado
El primero, al sacar a un
trabajador del ERTE no se le puede volver a meter si, pasado un tiempo, las
cosas no van bien. Y, por otro lado, aún no está garantizado que vayan a seguir
más allá del –presumiblemente– agonizante estado de alarma ni que devolver a su
situación de empleo a un trabajador contratado no vaya a resultar, a la postre,
lesivo para el empresario por tener que pagar porcentajes de seguros sociales de los que sí siguen en el ERTE. Aunque aún no se ha publicado en el
BOE y se está pendiente de cerrar la negociación, el gobierno pretende que si
se suspende el ERTE de un trabajador en el mes de mayo, el empresario asuma debe pagarle el sueldo y el
15% de los seguros sociales, así como el 40% de los seguros del que sigue en ERTE. Si ocurre en
junio, el porcentaje subiría hasta el 30% y el 50% respectivamente.
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