Más
walkers que runners y muchas ganas de calle en las primeras horas de paseo consentido
No
esperaron los sevillanos para disfrutar de las primeras horas de
pseudolibertad y apenas minutos después de las seis de la mañana,
hora oficial del paseo/deporte para el sector más amplio de la
población en esta fase 0, había ya personal por el centro.
¿Atestando las calles? Nooooo. Pero desde tan temprana hora se
notaba movimiento y, sobre todo, muchas ganas de calle.
Varios
aspectos comunes.
La
indumentaria por antonomasia, el chándal, que lo mismo vale para el
que va a correr que para el que va sólo a pasear que para el que va
a cualquiera de las dos cosas que para el que no va a ninguna de las
dos pero está en la calle.
El
objetivo principal, la plaza Virgen de los Reyes, la Giralda.
Abundan
tipillos alejados de lo atlético y, en moderno, más walkers que
runners, es decir, más gente paseando (o lo que sea) que corriendo.
La mayoría, -tiene guasa- sin mascarilla.
Muchas
fotos y selfies.
Un
grupo de jóvenes baja por Mateos Gago coincidiendo con las campanas
del primer cuarto, ataviados con prendas deportivas y sin aparente
esfuerzo. “¡Mira, quillo! La Giralda”. “Claro. Está confinada
y no se ha movido, no te joe”. Tras varias fotos evitando algún
ciclista, desaparecen por la plaza del Triunfo con andar alegre pero
pausado.
Un
fotógrafo, sin chándal, busca la mejor perspectiva desde la plaza
de la Alianza y dos parejas se cruzan en el Patio de Banderas. Vacías
las calles del barrio de Santa Cruz hasta la Alfalfa, donde la amable
dependienta de la confitería ‘El horno del Abuelo’ ya lleva una hora en
el tajo. “Yo no veo a más gente hoy que otros días. ¿Ya se puede
salir a pasear? ¿Ya es sábado? No sé ni el día en que vivo, sólo
que abro en cinco minutos”. Mientras, aparecen los primeros atletas
en la plaza pero para hacer un descanso…
Ya
la luz es igual detrás de la Giralda que Mateos Gago hacia arriba y
otros dos chavales con indumentaria al uso aparecen por Don Remondo.
“Venimos desde Santa Justa, pero hemos tenido que parar de correr
porque estamos reventaos”, nos dice uno de ellos, tan perfectamente
peinado que más parece un paje de la Quinta Angustia que un
deportista. Y sin una gota de sudor.
Otro, con una camiseta del
Chelsea, llega a la plaza por Cardenal Amigo Vallejo y nos da la
clave: “He salido a pasear. Bueno a hacer deporte. Vamos, a andar,
que también es hacer deporte ¿no? Y te puedes ir un poquito más…”.
Hay
que recordar que si se está haciendo deporte se puede uno alejar de
su domicilio todo lo que quiera en su franja horaria, pero si se
trata de un paseo el límite es de un kilómetro. Así que,
lógicamente, todo el mundo en chándal (que ir en vaqueros a hacer
deporte canta un poco) y nadie paseando, todo lo menos, andando
rápido como Rajoy.
Con
el día ya abierto y un rato largo en la calle se pierde la noción de la fase, que te vuelve a abofetear cuando doblando esa esquina no
hay ni movimiento ni charla ni olor a café y tostada.
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