jueves, 29 de noviembre de 2012

Porque el talento hay que provocarlo

Toromítico presenta de De Newton a Apple. Provoca tu talento un ensayo que da las claves para sacar a relucir el talento que cada persona encierra y necesita para vivir

“Disfrazados de mediocres, cubiertos por un nubarrón gris que parece seguirlos a todas partes, acorralados por el fracaso escolar –si se trata de niños o jóvenes– o emulando al hombre invisible –en el caso de muchos adultos–, me he cruzado a lo largo de mi carrera con infinidad de Newtons, Jobs y Einsteins. De hecho hay millones de ellos en el mundo; el problema es que no saben que lo son, y lo peor de todo, que la gran mayoría nunca llegará a conocer el talento que albergaban en su interior”.
Así de contundentemente resume Fernando Alberca, autor del best-seller Todos los niños pueden ser Einstein, la intención del nuevo ensayo que acaba de publicar la editorial Toromítico (grupo Almuzara), bajo el título de De Newton a Apple, provoca tu talento. Si en su anterior libro nos hablaba de que el determinismo genético influye poco en la inteligencia que desarrollan los seres humanos y que esta cualidad intelectual se puede mejorar con una buena educación, en este caso lo que trata el autor es de provocar y sacar a la luz el talento, una cualidad de máxima importancia para llegar en la vida a donde nos propongamos.
“Con un poco de formación, cualquiera de nosotros puede ser el detonante que haga a los demás fortalecer y aprovechar sus verdaderas posibilidades. Algo demasiado importante como para, al menos, intentarlo”, comenta Alberca para quien el talento “se aprende, se contagia y se provoca”.
Según su tesis, en la familia, en la educación o en la empresa, los talentos existen como existen los seres humanos; “que brillen con especial intensidad es tarea de cada uno y procurar que esto ocurra tarea de todos”, ya que, a su juicio, la sociedad avanza y se desarrolla, y con ella el bienestar de sus integrantes, cuando se potencia al máximo sus talentos.
Para Fernando Alberca desconocemos la medida real de nuestro talento, de nuestro verdadero potencial; por eso lo desaprovechamos y estamos persuadidos de que no hemos dado aún lo mejor de nosotros mismos. Este libro nos muestra cómo provocar ese talento que cada uno de nosotros atesora y que nece­sitamos desarrollar.
Newton a los doce años era de los alumnos más mediocres. A los catorce seguía siéndolo y a los dieciséis también. No estaba motivado, podríamos decir ahora. No prestaba atención, dirían muchos. No ponía empeño, le faltaba fuerza de voluntad, le faltaba trabajo, querer… Frases que he oído demasiado a menudo a algunos compañeros de docencia. Profesores y padres de muchos Isaacs quizás. Nunca lo sabremos, como no lo supieron nunca los de Newton”, comenta Alberca sobre el que descubrió las leyes que rigen el Universo.
Steve Jobs  tampoco sacaba buenas notas. Duró un semestre en la Universidad. ¡Vaya!, algo tenemos los seres humanos que escondemos lo que más vale en nosotros, y otros no acaban de descubrirlo hasta que nos decidimos a sacarlo. Todos podemos escuchárselo contar en su emotivo discurso de Stanford, cuando le hicieron Doctor Honoris Causa. Paradojas de la vida”, finaliza el autor.

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