Tres cuartos largos de entrada en la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Tarde de magnífica temperatura, incluso algo de calor. Dos muy diferentes vestidos de torear. Blanco y oro, con escaso bordado, el de Antonio Ferrera. Llamaban la atención entre el bordado algunas mariposas de colores. Difícil describir el de Perera, ya que no era ni rojo ni naranja, pero ahí a mitad de camino anda la cosa. El bordado, en oro.
Ficha:
Antonio Ferrera: Dos pinchazos hondos, estocada y cuatro descabellos. Aviso. Silencio. Estocada andando. Petición mayoritaria, ovación y vuelta al ruedo. Pinchazo y estocada, ambos andando. Oreja, petición de la segunda y dos vueltas al ruedo.
Miguel Ángel Perera: Cuatro pinchazos. Silencio. Estocada caidilla. Silencio. Estocada. Ovación tras petición.
De interés:
Antonio Ferrera volvió a hacer gala de su excentricidad. Lució, es un decir, un capote de seda azulina con la vuelta celeste de dudoso gusto.
Miguel Ángel Perera fue cogido por el sexto de la tarde, pero pudo acabar la faena. Tuvo que pasar a la enfermería y posteriormente fue hospitalizado.
Indiscutiblemente fue la corrida de Extremadura. Además de los dos maestros y los toros, tanto por las ausencias (Emilio de Justo) como por la presencia de numerosos aficionados de la vecina y querida región en los tendidos. Y un espectador de excepción en el callejón: José Garrido, triunfador hace dos días. Normal que hubiera banderas extremeñas en el tendido.
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