Pues ya lleva el alcalde Zoido un año largo en el
cargo y, por tanto, ya ha habido todo tipo de balances. Desde el de él mismo,
que –tiene guasa la cosa– se daba un sobresaliente, hasta los de los ciudadanos
en las redes, que no son tan optimistas. Creemos que ha llegado la hora
de hacer el nuestro, más próximo a lo segundo que a lo primero.
Desde hace un año, cuando derogó el Plan Centro,
hasta finales del mes pasado, que defendió la Torre Pelli ante la Unesco, el
mandato del actual alcalde de Sevilla se ha caracterizado, entre otras cosas,
por la inanidad y los recursos dialécticos facilones.
Y es que ¿qué ha hecho Zoido que sea relevante para la ciudad?
Tenemos que reconocer que siempre hemos pensado que, dada la
importancia para el PP de las elecciones generales primero y autonómicas
después, el trabajo principal –y sectario, como el de todos los
políticos– del alcalde iba a estar dirigido a ayudar a su partido desde el
Ayuntamiento de Sevilla y de esa manera se explicaba la exasperante inacción:
“No me muevo no vaya a ser que me equivoque”, al estilo de sus maestros, mejor
dicho, maestra. Cambiamos de idea cuando, pasado el larguísimo periodo
electoral, pasa a la acción y se descuelga con la operación Talento, que
puso de manifiesto que esto es lo que hay.
Seguramente lo más sangrante de todo este año sea su actitud ante el
problema del paro. Lo dicho en campaña, las rectificaciones posteriores (8º párrafo) y los resultados obtenidos no soportan un análisis mínimamente positivo hacia
Zoido. Menos si lo culmina con operación Talento, idea vulgar y, por otra
parte, pésimamente desarrollada. ¿Dónde quedan esas promesas con uno de los
sectores más desfavorecidos de la sociedad?
Pasado un año se demuestra que la larguísima campaña –casi cinco años–
que le dio al PP 20 concejales estuvo llena de venta de humo.
Puestas en escena
Otra cosa que ha caracterizado a este año de gobierno ha sido la
permanente presencia pública de Zoido, algo que no está mal en sí mismo. A
diferencia de la época de la oposición, ahora no se retrata en los barrios
hablando con los vecinos (para la foto del periódico amigo), sino en
inauguraciones, recepciones y demás. También es lógico, son cosas del cargo (aunque
con la Copa Davis se pasó 15 pueblos).
Lo que ya no es tan lógico son las muletillas que usa constantemente
en esas apariciones: La culpa de lo que pasa es herencia de lo anterior,
cualquier cuestión sobre cualquier proyecto o necesidad de la ciudad recibe la
respuesta de “estamos trabajando” con un teatrero deje de persona agotada por
el esfuerzo. A esto hay que sumar que, por supuesto, todo el mundo es bueno
(menos la oposición… que también lo es) y merece un apretón de manos del
alcalde, unas palmaditas en la espalda o
que le dé las gracias por existir. El llamado buenismo, que los bocaos
ya los pegará otro.
Ejemplo: ya hasta hay cierta guasa entre los periodistas que lo siguen
ante el problema del tráfico en el centro. Lleva respondiendo que “estamos
trabajando para solucionarlo” desde que derogó el Plan Centro (por decreto y
mintiendo) hace un año. O tiene ni idea de qué hacer y no lo
dice o el trabajo no da sus frutos demostrando, por ende, su inutilidad.
El problema, para él naturalmente, es que la gente, que al principio
lo entendía, ya no le cree.
Podríamos seguir hablando de asuntos como el afán recaudatorio de
Zoido; su acumulación de cargos (parlamentario, presidente de la FAMP y, ahora,
presidente del PP andaluz), o la nefasta gestión de los servicios
municipales (en su toma de posesión dijo que su objetivo era que “funcionaran
como un reloj”) que tiene la ciudad sucia, el transporte público ineficiente o
dan lugar a sucesos como el de la fuente de la Puerta de Jerez.
Eso sí, el mapping y la iluminación navideña fueron fantásticos y el hecho de que el alcalde los destacara en su balance como grandes logros es indicador de la idea de ciudad que este hombre tiene.
Eso sí, el mapping y la iluminación navideña fueron fantásticos y el hecho de que el alcalde los destacara en su balance como grandes logros es indicador de la idea de ciudad que este hombre tiene.
Pero lo que ha acabado de coronar el primer año de mandato del alcalde
Zoido es la torre Pelli, antes considerada un atentado a Sevilla que había que parar y ahora una construcción que debe continuar.
Dice ahora que la sanción para el Ayuntamiento sería prácticamente
inasumible y por eso es mejor seguir. ¿No lo sabía cuando demonizó la
construcción en campaña? ¿O es que era más fácil seguir haciendo populismo
barato?
El final del capítulo ha sido un alarde del cinismo de que Zoido hace
gala: Decir que él ha conseguido que no peligre la declaración del entorno de
la Catedral como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. ¿Tiene o no tiene
guasa?
La conclusión a este año es que Juan Ignacio Zoido es un político de
mediocre para atrás que hace lo que todos: Promete y no cumple y, además, busca
excusas. Se paseó por los barrios durante cinco años como el supermán que lo
arreglaría todo… hasta que llegó la hora de dar el callo.
Cuando ganó reconoció honestamente que tenía mucho voto prestado y la
desilusión que ha generado en la ciudadanía es tal que el préstamo puede haber
caducado y tornarse incluso negativo.
Por el bien de la ciudad ojalá dentro de tres años estemos escribiendo
de lo contrario.
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